Oleadas piroclásticas: Sobre la capacidad metamórfica del cine para representar las memorias

Por: Paulina Vázquez 

“Se debería observar más a los minerales, los guijarros,

la lava petrificada, los fósiles, la roca– ellos nos dicen lo que somos.

Es en esta mineralidad que nos atrincheramos cuando el amor nos es retirado”. 

-Anne Dufourmantelle. 1

En las entrañas más recónditas de cada uno existe, así como en la Tierra, una potencia transformadora capaz de exhalar nuestra esencia vital y desperdigar nuestra naturaleza aniquiladora hasta donde la limítrofe lo permita. Esa libertad contenida y liberada en suspiros ocasionales que interrumpen la quietud anquilosada del presente se ve desatada cuando la vida nos rebasa. Entonces pasa, se desborda y nos pone de frente con lo que somos, pone a prueba al azar, a nuestra propia fragilidad y tienta a la muerte. 

Hay personajes que marcan la historia y su muerte hace dormir sus sombras hasta que algún curioso o curiosa los devuelve a la vida, solo basta interesarse. En 2022, tanto la Dir. ª Sara Dosa, como el renombrado Werner Herzog trajeron del pasado a dos grandes locos. A los amantes de los volcanes Katia Krafft y Maurice Krafft: investigadores, fotógrafos, geólogos, cineastas, franceses; un singular matrimonio de vulcanólogos. Ambos filmes los retoman con el fin de pintar un paisaje de esta pareja, sin embargo -y a pesar de que las imágenes no son de los propios directores- las perspectivas que nos ofrecen cada uno no resultan ni contradictorias, ni competitivas, sino gratamente complementarias. 

Fire of love (2022), Sara Dosa

Por un lado tenemos Fire of love (2022) Katia y Maurice son colocados al centro de la trama como una pareja amorosa que comparte una gran pasión volcánica. El filme centra sus esfuerzos en exaltar no solo la relación entre ambos sino el carácter de cada uno. Nos ofrece un retrato detallado de sus vidas y como se enlazaron sus caminos, al punto de mostrarnos la banca de la Universidad de Estrasburgo donde se sentaron juntos por primera vez. Es innegable como romantiza no solo la relación entre ellos, sino la misma vulcanología a pesar de señalar constantemente los grandes peligros que implica esta práctica.

Y es que Dosal ataca desde el principio con toda la fuerza de las imágenes de Maurice Krafft, cuya belleza es la clave para que este filme seduzca la mirada y enganche. Es quizá esta soberbia lo que al final resulta un tanto contraproducente en cuanto a procesar el filme como un todo se refiere, pues esa saturación de esplendor abrumadora no basta para conferir la solidez discursiva que por otro lado Herzog mantiene al hacer lo propio en The Fire Within: Requiem for Katia and Maurice Krafft (2022) y vamos que el objetivo de Dosa era otro muy distinto.

Fire of love cumple su propósito implícito con creces, pues su interpretación preciosista de las memorias de estos dos aventureros brinda un tremendo goce audiovisual como resultado de su ardua investigación y cuidado tanto en la edición como en la selección de tomas, los temas musicales e incluso los silencios específicos que acompañan las imágenes. No conforme con esto incluye animaciones que ilustran el discurso que entreteje con cada vez más fuerza y se permite incluso darnos explicaciones de geología básica para nutrir aún más la experiencia.

The Fire Within: Requiem for Katia and Maurice Krafft (2022), Werner Herzog

Es interesante también cómo nos acerca a Maurice y a Katia, pues selecciona imágenes y segmentos de interacciones y reacciones entre ellos que casi podemos sentirnos cómplices de sus proezas y locuras. Acompañamos durante todo el filme a este par desde sus aristas más mundanas hasta sus perfiles más destacados: cocinando un huevo al calor de la lava recién petrificada, explorando con los pantalones rotos de las nalgas, las piernas medio quemadas y las caras llenas de ceniza, hasta sus presentaciones más destacadas en la televisión de la época. 

Cabe mencionar que imágenes que utiliza Dosa son prácticamente las mismas que fueron transmitidas en 1987 en The Volcano Watchers, un programa de televisión de WNET network, y sin embargo, el montaje así como la estabilización y restauración del material que seleccionó destaca de manera poética la labor de la pareja como investigadores y divulgadores científicos y sus rasgos más destacables como de seres humanos. Sara Dosa enaltece esas imágenes para darle potencia a los sentires de estos dos personajes y al mismo tiempo fragua nuestra experiencia cinematográfica, podemos así apropiarnos de estas memorias ajenas cuando nos rendimos ante ellas.

Por otro lado y en contraposición, Herzog nos lleva por un análisis considerablemente más crudo y objetivo que se centra principalmente de la labor de los Krafft y su propia interpretación del archivo que utilizó para su metraje. Se aleja de las formas poéticas para abordar un discurso en bruto que no los celebra a ellos per se, sino a su trabajo.

Es importante mencionar que contrario a lo que se esperaría no observamos las mismas imágenes que presentó Sara Dosa. Herzog utiliza documentos igualmente amplios que van más allá de la estetización que ofrecen las propias  imágenes volcánicas, pues en varias ocasiones podemos observar tomas desestabilizadas que conservan el movimiento de origen como prueba fehaciente de las crudezas de la intemperie y las condiciones extremas que enfrentaban diariamente los Krafft. 

La narración de esa voz tan conocida nos lleva a comprender la fatalidad y fragilidad que implicaba su investigación respecto a sus vidas, pero también los expone como creadores más que como humanos; es una mirada de tú a tú con dos personajes como profesionales de su ámbito. Tanto así que hasta podemos escuchar a Maurice repetidas veces en un formidable inglés, -haciendo uso de un metalenguaje geológico- para explicar el desarrollo del flujo piroclástico que tendría lugar más tarde y terminaría con su vida.

Herzog construye paulatinamente su discurso alrededor de esas imágenes y no se deja llevar por aquello que sería más llamativo, sino que plantea el contexto con mesura para finalmente mostrarnos tomas de planos abiertos del magma recién salido del interior del volcán para convertirse en la lava incandescente sobre la superficie. Construye a su particular ritmo ese réquiem que conmemora la sensibilidad de la pareja en su profesión y su expertise adquirido de la manera más salvaje y arriesgada posible.

El documentalista alemán se mete en los ojos de Maurice Krafft. Nos cuenta que una toma al borde de una carretera derrumbada se trata de el geólogo y como posiblemente Katia lo sostenía para no desbarrancarse. Salvo esa excepción, Herzog no repara en distinguir de quién son las tomas que nos muestra conforme avanza su discurso y se limita a empaquetarlos con la frase “las imágenes tomadas por los Krafft”. Sin embargo, el conocimiento previo adquirido en Fire of love, nos recuerda que todas las tomas registradas de la gran catástrofe que dejó el volcán en Armero, Colombia, fueron tomadas exclusivamente por Katia Krafft, ya que Maurice no pudo acompañarla en ese viaje a Latinoamérica.

Considero importante enfatizar la autoría de Katia sobre esas imágenes ya que la Tragedia de Armero ocupa un espacio considerable en el metraje de Herzog, donde gracias a esos prolongados momentos podemos entender mejor la perspectiva de la geóloga química sobre la situación.  Al prolongar estas tomas, Herzog, deliberadamente se toma el tiempo de dejarnos mirar las fatales consecuencias de un lahar: los cuerpos humanos enterrados en el lodo, las vacas estancadas y condenadas a una muerte dolorosa y lenta. Nos conduce así a un estado de desolación y pesadez: la muerte como una posible consecuencia de seguir ciegamente a nuestras grandes pasiones.

Finalmente estas dos producciones de una u otra forma llegan a un punto en común: ambos directores reconocen la pericia visual de la pareja, y más allá de la marcada habilidad científica, su destacado talento cinematográfico. Se identifican con el ardor que lleva a las y los creadores a fundirse con su objeto de estudio, a ver el mundo transformado por eso que desean y la capacidad de encontrar nuevas maneras de explorar ese territorio que los arrastra a conocer el mundo. 

Lo que hacen Sara Dosa y Werner Herzog con los archivos de los Krafft, es un buen ejemplo para demostrar cómo un mismo tema de interés puede tener abismales diferencias de representación y aun así dar una salida digna que maraville por la voz particular que inserta cada autor, incluso cuando uno elige  “Tú lo decidiste” de Ana Gabriel y la otra “Je me sens vivre” de Dalida para amenizar su filme.

Pienso así en Stromboli (Terra di Dio) (1950) de Roberto Rossellini y en mis propias experiencias cercanas a estos monstruosos eruptivos, en ese despertar de Ingrid Bergman encarnando a Karen, transformada por la compasión del volcán. Aquellos que buscamos constantemente el acercamiento y la rendición ante la fuerza de nuestras pasiones, ya sean geológicas, volcánicas o cinematográficas, comprendemos que no hay forma de no salir transformados -y a veces hasta heridos- de estos preciosos encuentros con nuestra insignificancia.

Strombolli (1950), Roberto Rosellini

Referencias

1.-  Douformantelle, Anne. “En caso de amor: Psicopatología de la vida amorosa” 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Amalia Frederick, Nocturna Editora, 2018.

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