Fresh: deseo femenino, clichés e infamia

Por: Valeria Alfaro

¿Necesitamos realmente más películas que se centren en el cliché de la desesperación de una mujer que busca una pareja romántica? A mi parecer, la cuota de filmes que pretenden reflejar lo que una mujer busca o necesita para cumplir sus deseos ha sido saciada hace muchos años. Mejor dicho, tenemos una enorme cantidad de material que nunca pedimos, o bien, no necesitábamos. Hemos crecido con el refuerzo de patrones nocivos sobre la aproximación del deseo. El concepto en concreto siempre da vueltas por mi cabeza sin llegar a una conclusión clara sobre lo que yo misma considero como su definición. Para mí, hay muchas formas de acercarse al deseo, en especial el femenino: desde lo físico, lo emocional, lo sexual, lo espiritual o lo material. En Fresh (Mime Cave, 2022) esta aproximación se realiza particularmente desde lo físico y lo sexual.

Me sorprende ver como aún al día de hoy, al pensar o buscar en mi computadora el concepto de deseo femenino me saltan los mismos estereotipos machistas y violentos que he vivido en carne propia por años.

¿No es absurdo pensar que el querer y las necesidades de una se resumen en el encontrar un imposible e idílico amor de novela? Tras años de consumir el mismo contenido fabricado que pretende sentar los parámetros de lo que necesitamos y queremos, estaba a la espera de salir un día de la sala de cine y sentir que los conceptos creados desde hace tanto estaban siendo cuestionados. Vi Fresh en la computadora acostada en mi cama, y me arrepiento de no haberla podido ver en el cine. El sentimiento que tuve al apagar la pantalla fue el que estaba buscando algún día tener al salir de la sala oscura al terminar los créditos.

Fresh retrata los horrores del romance moderno mientras recurre a la sátira para evidenciar lo absurdo de los patrones y estereotipos que han calado profundamente en nuestra construcción del deseo. No es una referencia tradicional para acercarse al tema, pero se aproxima de una manera crítica a las presiones sociales alrededor del concepto de romance y amor. Nos permite sentir la libertad de reírnos de nuestra propia desgracia.

Un personaje como el de Noa (Daisy Edgar-Jones) no me había resonado tanto como ahora que estoy por cumplir 26 años. Las largas llamadas telefónicas con amigas me recuerdan lo tergiversado que es el concepto de ser, sentir y desear que tenemos las mujeres. Clásicos rom-coms como Pretty Woman (Garry Marshal, 1990), How to Lose a Guy in 10 Days (Donald Petrie, 2003), When Harry Met Sally (Rob Reiner, 1989) y Notting Hill (Roger Michell, 1999) nos generaron conceptos erróneos de nuestros intereses y necesidades. El film de Cave me permite reírme de mí misma, de mis amigas y de la manera en que nos han representado estas películas. Fresh genera un espacio de reflexión donde lo grotesco y violento de la narrativa satírica nos hace cuestionar años de deformación del deseo femenino.

Noa es una chica que fracasa constantemente en sus encuentros románticos, hasta que un día conoce a un hombre en el supermercado y comienza una relación un tanto absurda y fantasiosa. ¿No es esta la historia de amor que más vende? La idea de que lo que cualquier mujer espera es encontrarse casualmente con un hombre atractivo en la sección de verduras, donde luego florezca la más íntima y profunda relación de pasión, amistad y sexo. Nos vemos constantemente resumidas a ser una pareja, una acompañante. Eternamente en la búsqueda de un amor que al parecer no nos podemos dar a nosotras mismas, donde la desesperación afectiva parece ser el motor de nuestras acciones. ¿Se nos permite desear o desean por nosotras?

La película se desenvuelve en el proceso de desmentir esta imagen del chico del supermercado. Steve no es un príncipe encantador, no está ni remotamente cerca de serlo. Recuerdo las primeras veces que escuché el término de «ver a las mujeres como un pedazo de carne» y lo desagradable que fue. El concepto de objetivar y reducir a una persona a algo tan visceral siempre me resultó deplorable. Fue inevitable reír cuando Mimi Cave nos presenta a través del absurdo el argumento de que el hombre ideal realmente vende y consume carne humana; específicamente carne de las mujeres que seduce (y sí, leerlo es tan absurdo como verlo en pantalla).

No nos encontramos frente a una película tradicional de falsos finales felices. No es una reiteración superficial del imaginario femenino ante el amor romántico idealizado. El espacio seguro de risa y desahogo que sentí con Fresh es algo que no sabía que necesitaba. Detenerme un momento y burlarme de mí, de cómo me aproximo a mis relaciones interpersonales. Comprender lo absurda que es la expectativa creada alrededor de lo romántico, como si fuera algo imprescindible para completarnos. La reducción del ser humano mujer a un encuentro de pasión con otra persona como la única manera de ser nosotras es justamente lo que cuestiona esta película.

Llevo años buscando obras dirigidas por mujeres que se salgan de lo convencional tanto a nivel narrativo como estético. Cuando vi Raw (2016) o Titane (2021) de la directora francesa Julia Ducournau por primera vez, recuerdo no estar segura de cómo sentirme. Una combinación de fascinación y confusión con respecto a los planteamientos que eran expuestos de manera explícita en pantalla. Ambas obras abordan el deseo sexual femenino de una manera no tradicional. Una aproximación al gore que Fresh no hace, pero aun así no puedo evitar relacionarlas. Las aprecio de especial manera al ser obras dirigidas por mujeres sobre mujeres, que a su manera salen de los estereotipos fuertemente reforzados y presentan narrativas no tradicionales de expresión y libertad femenina. No puedo decidir aún si obras explícitas como las de Ducournau me gustan o no. Al mismo tiempo recuerdo que la palabra «gustar» para definir una película es un concepto casi prohibido. Dejando de lado mis gustos personales, siento que ambas directoras se apropian de la construcción de sus propios mundos de manera asertiva, jugando entre los límites de lo canónicamente impuesto.

Como mujer, aprecio ver otras miradas femeninas creando a partir de nuestras experiencias colectivas. Retar los estereotipos del cine y cuestionar nuestra manera de ser representadas. Utilizar y reestructurar los moldes que han oprimido de manera silenciosa por tantos años nuestra aproximación al deseo de encontrar quiénes somos y cómo nos exponemos al mundo supone un riesgo que merece la pena. Fresh, como dice su nombre en inglés, es una mirada fresca a una nueva generación de creadoras que no se conforman con cómo somos representadas en pantalla; una burla a la errónea representación vacía de la femineidad, que echa luz sobre lo huidizo e ignorante que puede llegar a ser el cine comercial con respecto a las mujeres y sus placeres, deseos
y necesidades.

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