Editorial

Una de las tareas que nos propusimos para el 2023 fue ofrecer talleres de crítica de cine. Casi por azar nos llegaron propuestas desde diferentes espacios, una de ellas fue la del Centro Cultural de España en México para dar un taller en marzo, mes donde las efemérides violetas y feministas se vuelven foco de atención. Frente a la comercialización, tomamos este mes como un tiempo para la reflexión crítica. Propusimos un taller de cuatro encuentros donde pudiéramos tratar varios temas: la teoría cinematográfica, el análisis de imagen, y la reflexión escrita alrededor -o con- las películas. Y, punto no menor, el abordaje desde la perspectiva de género. Aquí, nos dimos cuenta que todo se ponía más peliagudo. 

Definir qué o cómo debe ser la crítica de cine feminista de manera tajante y taxativa, nos parece una tarea contradictoria a los lineamientos que los espacios de lucha y militancia feminista sostienen: desconfiamos de las lineas dogmáticas que no se permiten la vulnerabilidad en su propia enunciacion. Organizamos los temas desde la duda sobre cómo formular una crítica de cine feminista. En el camino nos encontramos varias cosas: la interrogación por la presunta objetividad de la crítica y la certeza de que la razón no está separada de la emoción. Cuestionamos la existencia de una “mirada femenina” pero estudiamos la subversión del punto de vista en Variety (1983) de Bette Gordon y Mutzenbacher (2023) de Ruth Beckermann; la noche y los significados de sus virtudes nos desplazaron junto  a la protagonista de Simone Barbès ou la vertu (1980). Una pregunta constante fue la relación entre contenido y forma, Not Wanted (1949) de Ida Lupino nos ayudó a develarla: toda forma moldea al contenido, y el contenido es inseparable de la forma.

Los textos que surgieron en este taller, variaciones de estas cuatro películas, dan cuenta de este recorrido. Son textos que juegan con su forma: hay textos escritos como correspondencias, críticas que abrazan la prosa poética y discursos que parecieran salir de un manual o enciclopedia. A pesar de esta diversidad, o incluso gracias a ella, predomina una primera persona que pone en evidencia la experiencia de mirar una película, como sujeto, como persona, como espectador. No se pretende responder qué es una crítica de cine feminista, porque tal vez esta pregunta no se agota en los textos sino que es el motor de la propia escritura. 

Quizás un tanto ingenuas, quizás un tanto idealistas, nos propusimos como meta la publicación de este número en papel. Quisimos tocar las palabras, sentir nuestras ideas, oler la tinta que emana del fotograma de una película. Tanto así que elegimos el tamaño de hoja, vimos colores de tapa, e incluso pensamos en el grosor del lomo que tendría este dossier. Y fueron tan fuertes nuestras ganas que nos olvidamos del precio de un objeto.  Frente a presupuestos y conversiones a dólares, volvimos a la pantalla, más seguras que nunca de la precarización de nuestro trabajo. Porque escribimos pese a no tener una retribución económica por ello, escribimos pese a la inexistencia de espacios. Este espacio, La Rabia, nació como la búsqueda de un sitio para albergar nuestras dudas respecto a la escritura. Queremos seguir dando espacio a esas dudas. 

Las imágenes en blanco y negro, la diagramación de las páginas y las solapas, siguen soñando con emplazarse en otro soporte. Por de pronto les ofrecemos un dossier que casi fue libro, entre fanzine y manifiesto, crítica y ensayo, pensamiento y deconstrucción; un dossier de contenido híbrido, un ser fusionado entre físico y virtual, papel y pixeles. 

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